13 Abr (2003) MI COMPAÑERO DE VIAJES
Como extraño estar juntos y ese viaje donde creí conocerte más, pero la vida siempre nos deja incertidumbre para saber más de las personas que amamos.
La misión del viaje era, buscar nuevos horizontes para emigrar, con mi hermano, mi mejor compañero de viaje.
Ese día ni recuerdo como lo planeamos, pero fue tan simple como montarnos en el carro y arrancar sin pensarlo mucho. Teníamos muy poco dinero, pero fue un viaje de los mejores que he tenido. También íbamos a ver y a conocer mucha familia.
Primera parada, visitar a mami en su refugio, una parada imposible de saltar. Dormimos esa noche y salimos muy temprano a San Cristóbal, era febrero del 2003 ya había pasado el paro petrolero y la situación en el país empezaba a endurecerse.
Cuando estábamos en el camino, en ese momento solo lo vimos como una coincidencia, pero había muchos carros detenidos y unos paramilitares revisaban carro por carro, tanto que a las personas que tenían botas plásticas se las debían quitar y revisarlas por dentro, que buscaban aun no lo sabemos, ni lo sabremos. A nosotros no nos revisaron, nos dejaron pasar sin problema. Seguro que las oraciones de mi mamá, para que todo saliera bien en el viaje, nos hizo invisibles ante esa gente.
Continuamos nuestro viaje a San Cristóbal, seguía el problema de la gasolina, siempre había colas y deberíamos hacerla porque no sabíamos si más adelante habría más. Paramos en San Cristóbal y nos encontramos con mis tíos y primos que vivían allí y en Rubio, pasamos la frontera a Cúcuta y dejamos el carro en casa de los tíos.
Todo era nuevo para mí, porque yo había conocido hasta Barinas nunca más allá. Las carreteras en Venezuela son amplias y unos paisajes hermosos que aún no puedo borrar de mi memoria. Llegamos a Cúcuta y allí seguimos a Bucaramanga.
Alquilamos un carro por puestos y el viaje fue horrible entre las curvas y los mareos de la chica que estaba a mi lado. El carro por puesto nunca paraba, pasara lo que pasara dentro, realmente fue una experiencia aterradora, por supuesto el regreso fue en autobús.
Era el mes de mayo y coincidimos con el día de las madres en Colombia. En Bucaramanga, mi hermano se quedó con la familia de mi mamá y yo con la de mi papá, pero igualmente compartimos juntos en todo momento. Fue genial y mágico esos días.
Comimos lentejas donde mi tía, porque nos escuchó decir que no se conseguían en Venezuela, es así, desde esa época ya estaban escaseando los productos. Y así pasamos esos días en muchas visitas y muchas reuniones.
Al final recogimos toda la información que necesitábamos para al final decidir que aun podíamos seguir en Venezuela “cómodamente”. Realmente nunca vamos a saber cómo nos hubiese ido si nos hubiésemos marchado en esa época, cuantas cosas me hubiera perdido de las que ya viví o cuantas cosas me perdí y nunca viviré.
Mis decisiones buenas o malas nos han llevado a esta vida que estamos viviendo y estos maravillosos recuerdos que siempre tendré en mi mente alimentándome cada día más, del amor que siento por toda nuestra familia.
Luego de ese viaje con solo llamarme y decirme que subiéramos el Ávila, yo sin pensarlo tomaba un autobús a caracas solo para compartir con él, así como irnos a la Isla de Margarita en moto… Son miles los viajes y recuerdos maravillosos juntos.
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