16 Abr (1977) EL DÍA A DÍA
Los niños aprenden más de lo que ven que de lo que se les dice, mi madre siempre ha sido coherente entre sus acciones y los valores que nos enseñó.
Todo aquel que la conoce la respetaba, en casa todos cumplíamos nuestros deberes, los sábados se limpiaba la casa, ella siempre se encargaba de la cocina los demás del resto. Los domingos a misa y mi madre antes de salir adelantaba la masa para hacer el pan de la semana y la añorada pizza.
En la semana cumplíamos la rutina del colegio y era costumbre almorzar todos juntos, reposar (lo cual yo no lo hacía), hacer tareas y luego salía a jugar. Mi madre, tenía una pequeña ruta del transporte en las tardes, también daba clases de catecismo en la iglesia y luego iba a la misa, siempre llegaba a la misma hora y en ese momento era hora de subir a casa. En la cera del frente de nuestro edificio, vivía una gran amiga de mi madre que nos vigilaba mientras jugábamos fuera.
Los lunes en la noche mi madre planchaba todo lo que se había lavado el sábado y era mucha ropa de todos nosotros, a mitad de su jornada me llamaba y me pedía un vaso de agua fría, yo corría para buscárselo, se la bebía en un segundo y me decía, “me trajiste el vaso vacío”, yo sonreía y volvía sin quejarme a buscarle otro. Siempre lo hacía y nunca se me ocurrió llevarle dos vasos en un viaje.
Los jueves íbamos en las tardes a visitar un acilo de ancianos, estas personas en su mayoría no tenían familiares y estaban enfermas. Cuando llegábamos se alegraban muchísimo y me emocionaba cuando me recordaban.
Hubo una época en que me libré de limpiar la casa porque mi madre me llevaba a una iglesia a compartir con otros niños y aprender la biblia. La pasaba genial además que me encantaba ir allí y saltarme la limpieza.
No sé qué sucedió que eliminaron la subvención que le daban al colegio en donde estudiaba y al privatizarlo las monjitas se fueron a otro lugar, luego de eso se incorporó a las actividades ir a visitarlas en su nuevo hogar. Era un barrio muy pobre y mi madre recolectaba ayudas y comida durante la semana en la iglesia para llevárselas y ayudarlas con su labor.
Mi madre se sentaba en una silla de madera en el balcón de la casa a rezar, leer la biblia, un buen libro o cualquier revista, le gustaba mucho SELECCIONES, IDEAS o GEOMUNDO.
La mayoría de los fines de semana, sobre todo los domingos luego de la misa teníamos visitas en casa o nosotros íbamos a visitar a la familia cercana. Cuando no había plan solíamos ir a algún parque, que, en Valencia, existían muchísimos, nunca los repetíamos.
En la semana teníamos alguna actividad extraescolar. Y si no, mi madre se las ingeniaba para ponernos actividades como por ejemplo bordar. Con mis amigas hicimos un grupo y nos enseñaba punto de cruz y tejer.
Además de las actividades fijas, mi madre. aprendía de todo, siempre me ha sorprendido como tiene una habilidad para que cualquier cosa se le dé fácilmente.
Cada vez que se presentaba un apuro o no podíamos tener algo, ella buscaba la manera de hacerlo con sus propias manos, con esto aprendió hacer pan, hacernos zapatos, también cose de maravilla, y tiene mucha creatividad, confeccionó las cortinas de la casa, tapizó los muebles e hizo varios trabajos de carpintería en la decoración, también sabe de mecánica, en esa época no era común que una mujer se encargara de su carro y los mecánico no la tomaban en serio hasta que ella demostraba que estaba al tanto de todo, junto con mis hermanos reparaba cualquier cosa que se dañaba de plomería o electricidad.
Habrá muchas cosas que se me escapan, pero así es mi madre y sus normas.
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