(1979) MI FIESTA

Ya se acercaba mi cumpleaños, pero ni sabía yo nada, lo único que me motivaba todos los días era salir a jugar con mis amigos.

Vivíamos en la calle Pocaterra, era una fila de edificio y al frente puras casas, todos nos conocían por el transporte escolar de mi madre y era nuestro vehículo para ir a todos lados, la conocían como la señora del transporte, además ella siempre estaba a disposición de ayudar a todos y era muy querida.

Muy temprano en la madrugada ella se levantaba nos hacía el desayuno nunca faltaba una rebanada de su pan, nos aseaba y vestía, dejándonos de nuevo en la cama dormidas y se iba a su faena.

Cuando oíamos su bocina ya el sol había salido, recuerdo el tono y la melodía, era inconfundible y corríamos a subirnos en el transporte para ir al colegio, esto duró hasta que ya lo podíamos hacerlo solas.

Tenía un grupo de amigo geniales que vivían en el mismo edificio y todas las tardes corríamos y jugábamos allí.

Nunca faltó una travesura y un castigo, pero en mi memoria solo vienen las risas y picardía de esos niños del edificio El Mola.

Un día en la casa me acerqué al cuarto, cuando mi hermano y mi hermana estaba hablando de algo muy interesante, según parecía y se quedaron cayados en cuanto yo entré, pregunté de que conversaban y mi hermano me dice que solo lo pueden saber los niños mayores de nueve años, yo me quedé con esa curiosidad.

Llegó el día de mi cumpleaños y me lo celebraron con una fiesta, estaban todos mis amigos y mis hermanos, nunca olvidaré mi piñata que colgaba del marco de la puerta del balcón, era un molino con sus aspas azules y la veía inalcanzable tan alta que debía saltar para poder pegarle.

Estaba tan contenta con mi fiesta que se me había olvidado lo de la conversación secreta, luego de mucho tiempo supe que hablaban de la sorpresa para mi cumpleaños.