TELETRABAJO

TELETRABAJO

En estos momentos muchas personas van a sus casas a trabajar por obligatoriedad, mi recomendación es sentir que; en el momento de sentarte en la silla, estas en tu trabajo, Así podrás tener una mejor concentración y tener un rendimiento excelente. Las distracciones van a existir, pero poco a poco uno se va adaptando y buscando las mejoras convenientes para el mejor resultado.

Mi experiencia comenzó hace unos años, cuando una gran amiga y prima de mi esposo, que en ese momento viajó a Bogotá, Colombia, a un trabajo en concreto, se quedó con nosotros unos días. Durante su estadía me comentó que en donde ella fue a trabajar, es la misma empresa en donde yo trabajé en Venezuela varios años y que me iban a contactar.

Esta empresa tiene su oficina principal administrativa en Miami. Y me llamaron; me ofrecieron un empleo fijo en la planta de Colombia, pero, como ya teníamos una mudanza a España en planes, me ofrecí a trabajar con ellos solo seis meses. Al faltar unos meses para terminar mi convenio, ellos me ofrecieron la posibilidad de seguir trabajando a distancia. Nunca pensé que en Administración podría existir la opción del teletrabajo.

Normalmente uno está en medio de muchos papeles, pero al dedicarme a las proyecciones, los datos reales estaban en el sistema y las proyecciones eran las indicaciones de los superiores, con esto, tenía toda la información que necesitaba para hacer mi trabajo.

Al llegar a España comienza mi experiencia en teletrabajo:

Lo primero que hice fue acondicionar una zona para teletrabajar porque esto implica el uso frecuente de Internet, también busqué una buena silla, un escritorio cómodo, equipos adecuados y un espacio lo más privado posible.

Ya con todo esto tenía que organizarme con el tiempo que por la diferencia horaria en esa época era de 2pm a 11pm. Y fue lo que más me costó.

Al estar cómodamente en casa, se me hizo muy complicado disciplinarme tanto por el cansancio que me ocasionó el abuso de estar más horas de las acordadas, como el poco tiempo que le dedicaba a otras actividades.

Frecuentemente, estaba desocupada en casa y me sentaba a trabajar, así no fuera mi hora de trabajo, “para adelantar” me decía yo. Sin darme cuenta, que me pasaban las horas y, al terminar, me quedaba un rato para comer y compartir en casa, por lo tanto, me acostaba muy tarde y al levantarme al día siguiente ya era la hora de comer y volver a trabajar de nuevo.

Realmente necesitaba socializar, y no tenía disciplina para realizar ninguna otra actividad diferente a trabajar. Junto a mi esposo e hijos optamos por una opción excelente. Decidimos irnos a un coworking, no fue una búsqueda fácil porque normalmente son como bibliotecas que no se hace ruido y se debe hablar en cubículos especiales.

Cómo mi dinámica era tener una comunicación casi continua con las diferentes personas con las que trabajaba a diario era difícil conseguir un lugar perfecto y, el coworking que descubrimos tenía las tres áreas: una silenciosa, una media y una para hablar sin restricción. Además de esto daban la opción de alquilar un puesto compartido y pagaba la mitad del alquiler común.

Durante esa época aproveché mucho más del día a día, seguía trabajando a distancia, pero tenía actividades diferentes todos los días. Entré al gimnasio y me iba en bicicleta al coworking. Preparaba mi comida en casa y comía en el coworking y socializaba con personas diferentes cada día. Quizás lo importante de esto no fue el irme a un coworking, si no aprender una disciplina diaria y cumplir mi horario.

Algo que me ayudó a organizarme, que para algunas personas es un poco extremo, fue programar alarmas en mi celular indicándome que actividad debía realizar para acostumbrarme y así se me hicieron costumbre y fue mas sencillo con el tiempo.

Al tiempo nos tocó mudarnos a Madrid y volvimos a recomenzar de nuevo el proceso, pero al tener mi trabajo a distancia podía movilizarme de ciudad sin problema, solo debía tener las condiciones adecuadas para mi zona laboral y como ya tenía una mejor disciplina, en Madrid decidí quedarme en casa, aproveché el tiempo para hacer un curso de inglés y de contabilidad los sábados también acordamos reducir el horario de forma tal que pudiese entrar antes y salir mas temprano.

Para acordar el cambio de horario, me senté a pensar ¿cómo proponer a la empresa y ésta se beneficie con el cambio?. Al final resulto muy oportuno para ellos, debido a que realizaba varios trabajos de proyección que se necesitaban con la información actualizada y la reunión era a primera hora de la mañana de Miami. Cuando ya eran para mi las 3pm enviaba los reportes y en Miami los recibían justo a la hora que se necesitaba con los datos actualizados de ese mismo día.

En cuanto aprendí a organizar mi día y diferenciar las horas de trabajo y las personales y las de casa, todo fue mucho más sencillo.

De mi experiencia puedo concluir que todo es disciplina, en el día a día y a medida que nos controlamos con rutinas agradables donde existe un ganar ganar, entre la empresa y el empleado, todo funciona, los inconvenientes siempre existirán, pero para eso, mi mejor fórmula: “Siéntate, respira y piensa” siempre habrá una solución.

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